¡Ay! Si pudiera verse a sí mismo, como estará algún día, allá donde el camino acaba, parado a la orilla del mar de plomo, bajo un cielo gris y uniforme, y a su alrededor ni una casa, ni un hombre, ni un árbol, ni siquiera una brizna de hierba, y todo desde tiempo inmemorial…
¡Ay! Si pudiera verse a sí mismo, como estará algún día, allá donde el camino acaba, parado a la orilla del mar de plomo, bajo un cielo gris y uniforme, y a su alrededor ni una casa, ni un hombre, ni un árbol, ni siquiera una brizna de hierba, y todo desde tiempo inmemorial…
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